Por: Pontificia Universidad Javeriana

La viruela símica es transmitida por un virus DNA de doble cadena, del género Orthopoxvirus de la familia Poxviridae. Es uno de los cuatro Orthopoxvirus de especie patogénica para los humanos. Es una enfermedad zoonótica, descrita por primera vez en 1958 en monos de Singapur; sin embargo el primer caso confirmado en humanos fue en 1970, en un niño de 9 meses de edad en la República Democrática del Congo.

Se desconoce el modo exacto de transmisión a los humanos. La infección primaria de animal a humano ocurre cuando se manipulan animales infectados con viruela símica, a través del contacto directo (toque, mordedura o arañazo) o indirecto. Se cree que el virus ingresa al cuerpo humano a través de la piel, el tracto respiratorio o las membranas mucosas (ojos, nariz o boca). La transmisión secundaria de persona a persona se considera común, presumiblemente por medio de gotas respiratorias grandes o contacto directo o indirecto con fluidos corporales, material de lesión y superficies contaminadas u otro material, como ropa o ropa de cama, e incluso se ha descrito transmisión nosocomial.

En la mayoría de los casos, esta enfermedad se resuelve alrededor de tres a cuatro semanas después del inicio de los síntomas, siendo su periodo de incubación entre a 5 a 21 días. Los síntomas iniciales son inespecíficos, entre estos se incluyen cefalea, mialgia, fatiga y linfadenopatías, estas últimas pueden ayudar a diferenciar de la varicela, adicionalmente la fiebre inicia antes de que aparezcan las erupciones, posteriormente se desarrollan lesiones en la mucosa oral y con configuración centrífuga en la piel que compromete palmas y plantas, pueden ser máculas, pápulas, vesículas y pústulas, estas se caracterizan por ser firmes y profundas. Las lesiones permanecen en la fase pustular durante cinco a siete días, luego con formación de costras que descaman durante los siguientes 7 a 14 días, dejando de ser infectocontagiosa al caer la última lesión costrosa.

La confirmación de la infección requiere pruebas de laboratorio a través del aislamiento en cultivo viral o PCR para el ADN. Existen otras pruebas que indican la presencia de Orthopoxvirus, como la visualización en microscopía electrónica, inmunohistoquímica para antígenos Orthopoxvirus, estudios de suero para IgM anti-orthopoxvirus (exposición reciente) e IgG (exposición previa o vacunación).

Actualmente, no existen tratamientos específicos clínicamente probados para la infección, y al igual que con la mayoría de las enfermedades virales, el tratamiento es sintomático. La persona infectada debe permanecer aislada, usar una mascarilla quirúrgica y mantener las lesiones cubiertas hasta que todas las costras de las mismas se hayan desprendido.

El inhibidor de la ADN polimerasa (brincidofovir), el inhibidor de la liberación viral intracelular (tecovirimat) y la inmunoglobulina tienen una eficacia desconocida. La vacuna Ankara, modificada, tiene un esquema de dos dosis con cuatro semanas de diferencia, con un perfil de seguridad superior en comparación con las vacunas contra la viruela. El contacto entre la piel o las membranas mucosas y los fluidos corporales, las gotitas respiratorias o las costras de un paciente infectado, se considera una exposición de alto riesgo que justifica la vacunación lo antes posible. Hoy en día aún no está disponible en Colombia. La vigilancia y la rápida detección de nuevos casos son fundamentales para contener los brotes epidémicos.

Bibliografía:

  1. Moore, M. y Zahra, F. “Monkeypox”. StatPearls Publishing. NCBI Bookshelf (2020): 1-12.
  2. Petersen, Eskild, et al. «Human monkeypox: epidemiologic and clinical characteristics, diagnosis, and prevention.» Infectious Disease Clinics 33.4 (2019): 1027-1043.