Los seres humanos dedicamos gran parte del tiempo de nuestra vida al sueño. En la infancia, el sueño es una actividad que forma parte del proceso evolutivo de los niños y se inicia intraútero, con una naturaleza diferente en calidad y cantidad respecto a los adultos, encontrándose periodos de sueño y vigilia a partir de las 30-32 semanas de gestación, y predominando ciclos de sueño prolongados de más de 18 horas. Posterior al nacimiento, recién nacidos y lactantes menores duermen entre 12-18 horas diarias, lactantes mayores entre 11-14 horas, pre-escolares entre 10-13 horas, de 6 a 12 años entre 9 -12 horas, de 12 a 18 años entre 8-10 horas, y todavía menos en la edad adulta (1).