Por: Pontificia Universidad Javeriana
La lactancia materna es el método de elección para la alimentación exclusiva de los menores de 6 meses de edad y un alimento fundamental en la alimentación complementaria entre los 6 meses y los 2 años de edad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tiene múltiples beneficios nutricionales, con un impacto claramente establecido en la salud de los niños, demostrando la disminución de infecciones gastrointestinales o respiratorias. Además, con un papel fundamental en el adecuado crecimiento y el desarrollo psicomotor y psicosocial.
A través de la ‘Agenda 2030’, sobre los objetivos del desarrollo sostenible, se establece la protección, promoción y apoyo de la lactancia materna como actividad fundamental y transversal para el logro de todos los demás objetivos, siendo uno de los métodos más costo-efectivos en la mejoría de la salud y economía de la mayoría de naciones. A pesar de esto, se ha visto que solo el 40% de los niños menores de 6 meses reciben lactancia materna exclusiva y solo 23 países en el mundo alcanzan tasas de lactancia materna exclusiva por encima del 60%. En Colombia, según la última Encuesta Nacional de Salud Nutricional (ENSIN 2015), solo el 36.1% la recibe de manera exclusiva en los primeros 6 meses de vida, situación que refleja su baja implementación probablemente como consecuencia de una falta de educación con respecto a sus beneficios, además de los mitos y creencias que se ven ligados con mala adherencia e interrupción temprana.
Entre los mitos y creencias más frecuentemente identificados se encuentran: percepción de deterioro en la salud materna, cambios físicos y estéticos, y administración de ciertos alimentos o “hierbas medicinales” para aumentar la producción láctea; esta última convirtiéndose en una situación que aumenta el riesgo de presentar efectos adversos en la madre, recién nacido o lactante. Como ejemplo de ello, se observó un impacto de la pandemia actual sobre la continuidad de la lactancia materna, con su interrupción consecuente a la infección materna por COVID-19. Sin embargo, a pesar de este tipo de situaciones, los beneficios superan los riesgos, principalmente en relación al aumento de la supervivencia de recién nacidos y lactantes, especialmente en países en vías de desarrollo.
La lactancia materna no es solo tarea de la madre lactante, pues involucra a su familia, al personal de salud tratante y a su comunidad. En este orden de ideas, los profesionales de la salud especialmente en pediatría, así como los residentes en esta especialidad, tenemos un papel fundamental en su promoción y protección, brindando información clave a las madres gestantes y lactantes, a sus familias y al público en general, identificando y desmitificando creencias de manera oportuna, que finalmente pueden ser falsas ideas transmitidas de generación en generación, las cuales dificultan la práctica efectiva de la lactancia materna. Debemos mejorar la comunicación y asegurar la comprensión, para así disminuir el uso de prácticas que involucran mitos y creencias, estableciendo la lactancia como una responsabilidad compartida y anclando el apoyo de esta práctica natural vital en la salud pública, de interacción intersectorial, a través del empoderamiento y fortalecimiento de sus redes para que sea exitosa.